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El Derecho de los Niños a una Ciudad: Diseñando Espacios para la Infancia y el Futuro

Writer's picture: Yermys PeñaYermys Peña

Updated: Dec 23, 2024


La ciudad, con sus luces, sonidos y movimiento constante, puede parecer un lugar emocionante para los adultos. Sin embargo, para los niños, las ciudades a menudo se convierten en paisajes inaccesibles que solo pueden observar desde el asiento trasero de un automóvil. Esta experiencia limitada crea una desconexión temprana con el entorno urbano, donde el juego, la exploración y la socialización son reemplazados por largos trayectos en el tráfico y la falta de espacios para ser niños.


En América Latina, esta realidad es aún más evidente. Las ciudades no solo enfrentan desafíos como la contaminación y la desigualdad, sino también un diseño urbano que prioriza los autos sobre las personas. En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿cómo podemos garantizar que las ciudades sean espacios donde los niños puedan crecer de manera segura, saludable y plena?


Los Niños y el Derecho a una Ciudad Amigable


El derecho a la ciudad es un concepto amplio que incluye el acceso a servicios, seguridad, movilidad y un entorno saludable. Para los niños, este derecho es esencial. No solo porque necesitan espacios donde jugar y aprender, sino porque son los ciudadanos del futuro y su bienestar define el destino de nuestras comunidades.


Sin embargo, las ciudades actuales no les ofrecen lo necesario. La falta de espacios verdes, calles seguras y servicios accesibles obliga a muchas familias a mudarse a la periferia o a ciudades más pequeñas cuando deciden tener hijos. Esto crea un círculo vicioso donde las ciudades pierden la diversidad y vitalidad que solo las familias jóvenes pueden aportar.


El Impacto de Crecer Viendo la Ciudad desde un Auto


Imagina a un niño que pasa gran parte de su infancia viendo la ciudad desde la ventana de un automóvil, atrapado en el tráfico. Esta experiencia no solo limita su conexión con el entorno, sino que también refuerza la idea de que las calles no son para caminar, jugar o explorar. Al priorizar el transporte motorizado sobre la movilidad activa, las ciudades están privando a los niños de momentos esenciales para su desarrollo físico, emocional y social.


Las ciudades diseñadas para los autos son ruidosas, contaminadas y desconectadas. Por el contrario, las ciudades diseñadas para las personas —y en especial para los niños— fomentan un sentido de comunidad, seguridad y bienestar. Un niño que puede caminar al parque, jugar en la calle o andar en bicicleta al colegio está experimentando la ciudad como un espacio vivo y propio.


Planificar desde la Perspectiva de la Infancia


Para cambiar esta realidad, es necesario planificar nuestras ciudades con los niños en mente. Esto no significa solo incluir áreas de juego, sino transformar toda la experiencia urbana para que sea inclusiva, accesible y enriquecedora. Una ciudad pensada para los niños incluye:


  1. Acceso a Espacios Verdes y de Juego: Los parques y áreas verdes no son un lujo, sino una necesidad. Los niños necesitan espacio para correr, explorar y aprender, lejos del ruido y la contaminación.

  2. Calles Seguras: Calles diseñadas para caminar y andar en bicicleta, con cruces peatonales seguros y límites de velocidad, son fundamentales para fomentar la movilidad activa.

  3. Servicios Cercanos: Las escuelas, centros de salud y áreas recreativas deben estar a una distancia caminable o en bicicleta, para evitar la dependencia de vehículos y fomentar una conexión más directa con el entorno.

  4. Entornos Saludables: Reducir la contaminación del aire y el ruido es crucial para el desarrollo físico y cognitivo de los niños. Esto incluye promover el transporte público sostenible y la plantación de árboles en áreas urbanas.

  5. Participación Infantil: Los niños deben tener voz en el diseño de sus entornos. Escuchar sus ideas no solo enriquece los proyectos, sino que también les enseña a valorar y cuidar su ciudad.


Lecciones de la Pandemia


La crisis sanitaria de la COVID-19 expuso las carencias de las ciudades. Durante los confinamientos, muchas familias descubrieron que sus viviendas no eran adecuadas para concentrar todas sus actividades diarias. Los niños, especialmente, sufrieron al estar confinados en espacios pequeños, sin acceso a áreas al aire libre. Este periodo debe ser una lección para rediseñar las ciudades, enfocándonos en crear entornos que prioricen la calidad de vida de los más jóvenes.


Un Futuro para Todos, Diseñado con los Niños en Mente


Planificar ciudades para los niños es también planificar para el futuro. Si los espacios están diseñados para garantizar su seguridad, salud y desarrollo, todos los ciudadanos se beneficiarán. Los niños son un reflejo de nuestra sociedad, y si crecen en ciudades que los valoran y respetan, serán adultos que cuidarán de su entorno y comunidad.


Es hora de que las ciudades dejen de ser un paisaje visto desde un automóvil y se conviertan en entornos vivos, dinámicos y accesibles para todos. La infancia no puede esperar. Las ciudades que diseñemos hoy determinarán el mundo que heredarán mañana.


La ciudad, con sus luces, sonidos y movimiento constante, puede parecer un lugar emocionante para los adultos. Sin embargo, para los niños, las ciudades a menudo se convierten en paisajes inaccesibles que solo pueden observar desde el asiento trasero de un automóvil. Esta experiencia limitada crea una desconexión temprana con el entorno urbano, donde el juego, la exploración y la socialización son reemplazados por largos trayectos en el tráfico y la falta de espacios para ser niños.


En América Latina, esta realidad es aún más evidente. Las ciudades no solo enfrentan desafíos como la contaminación y la desigualdad, sino también un diseño urbano que prioriza los autos sobre las personas. En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿cómo podemos garantizar que las ciudades sean espacios donde los niños puedan crecer de manera segura, saludable y plena?

Construir ciudades amigables para los niños no es solo una inversión en su bienestar, sino en el futuro de nuestras comunidades. Los espacios que priorizan su desarrollo, movilidad y conexión con el entorno son esenciales para crear sociedades más humanas, equitativas y sostenibles.


Cuando diseñamos desde la perspectiva de la infancia, no solo les damos a los niños la posibilidad de crecer en entornos más seguros y saludables, también estamos creando ciudades que benefician a todas las generaciones. Una ciudad donde un niño puede caminar, jugar y explorar libremente es una ciudad donde todos podemos vivir mejor.


La infancia no puede esperar. Es momento de transformar nuestras ciudades en espacios vivos y accesibles, donde cada rincón invite a la exploración y el aprendizaje. El diseño de nuestras ciudades hoy definirá el mundo que nuestros niños heredarán mañana. ¿Estamos listos para el cambio?

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